Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2020

Supermercados

Acabo de terminar de leer la novela El tigre y la duquesa , de Jordi Solé y, en ella, aparece un Mercadona . Confieso que antes, cuando ir al supermercado no era nada más que una obligación fastidiosa, me entretenía observando a los clientes, a las cajeras...  De niña solía mirar fijamente a los ojos de las personas que pululaban por ellos, me fascinaban sus ademanes, lo que decían y, sobre todo, lo que no decían y se adivinaba. Yo era distraída y no me llamaban la atención las cosas prácticas, pero ay, el ser humano me parecía (y me parece) algo maravilloso. Más de un sábado por la mañana, en la cola de la caja, una de esas personas a las que yo no les quitaba ojo, me acariciaba la cabeza mientras murmuraba, divertida, a y, esta niña, qué miras bonita . Bien, no sé si divertida, la verdad. Igual, un poco mosqueada.  Ángela , pintura pastel de Germán Aracil. Me temo que sigo igual, imaginando que esa pareja que se mueve rodeada de una campana de intimidad, está empezando una relación q

Motivos

Hubo una vez que alguien intentó hacer ALGO por mí. Algo grandioso, un gesto inesperado y casi  rocambolesco. No salió bien del todo, pero implicó a tanta gente, hizo tantos movimientos, realizó tantas llamadas..., que su empeño (supuestamente altruista) no pasó desapercibido. Todo lo contrario.  Durante bastante tiempo pensé que nadie había intentado hacer por mí algo tan bonito. Me acuerdo que se lo dije. Gracias, no recuerdo que nadie, nunca, jamás, haya hecho algo tan bonito por mí . Qué olvidadiza y caprichosa es la memoria. Qué liviandad la mía.  Ilustración de Elena Pancorbo   Era falso, claro. Su puesta en escena y mi pensamiento. Soy una mujer con suerte, y no tengo que olvidarlo; hay personas que, sin alharacas, hacen mi vida especial. Tengo una piedra cálida del cuento pétreo de Petra. Hay quien me llama por teléfono en los conciertos de nuestro cantante favorito porque se acuerda de mí. Hay quien, si va por el campo y ve una flor preciosa, se detiene a cogerla para mí. Hay

Belleza

  Denise Hilton-Putnam. Vía Laura Franch @franch_laura ¿Recuerdas el primer paseo del último mayo? La naturaleza se había adueñado de las orillas del río, de las aceras, de los arcenes. Los bancos de los parques habían desaparecido entre la hierba. Nos mirábamos, los unos a los otros, entre extrañados y atónitos: no estábamos solos. Había flores por doquier, libres, salvajes, perfectas y rebeldes. Transida de emoción, hice un ramillete y me lo llevé a casa. Lo puse en una jarra con agua, hice una foto, la publiqué en las redes. ¿Tú también lo hiciste? Tras contemplar la belleza del mundo, queríamos retenerla.  ¿Recuerdas la primera vez que viste el mar? Si eres de tierra adentro (como yo), sin duda no lo olvidarás nunca. No hay nada que se le parezca. Tanta inmensidad, tanta grandeza. Si tú, lector, vives junto a él y, por unas cosas o por otras (la vida, que hace y deshace a su antojo), lo perdiste de vista... el reencuentro debió de ser para ti una epifanía. La espuma. La sal en la p

Mis zapatos

A primeros de marzo me compré unos zapatos. Los iba a estrenar para una jornada profesional que se iba a celebrar, a finales de mes, en Madrid. Siguen guardados en su caja, con la etiqueta puesta, como esos posit que se quedan pegados ad aeternum en el ordenador, o en la hoja de una agenda, testimonios de algo que debió suceder y no ocurrió. Mis zapatos son el recordatorio de aquellos días (ojalá fuesen lejanos, pero aún permanecen aquí, dolorosos) en los que todo quedó en suspenso. Escuelas, juegos, paseos, horas de café, charlas, viajes, encuentros, reuniones. Todas esas cosas que tampoco tienen tanta importancia, porque Mr. Auster, las cosas nos pasan a los que estamos vivos. Lo importante es vivir, sepamos contarlo o   no. En los meses más duros del confinamiento, cada quien reaccionó como pudo, supo o se permitió. Muchos no lo hicieron, sumidos en el más absoluto estupor. Muchos otros reflexionaron sobre qué necesitaban, querían, deseaban. Otros muchos no pararon de hacer. Pan

Una casa nueva

Me mudo. Me vengo a  esta casa que imagino con plantas en el alféizar de las ventanas, y luz acuchillando los suelos. Una casa nueva para amueblar, elegir cuadros, cortinas, lámparas, tapices y alfombras. Que mire a la ciudad, o al mar, o a un campo de girasoles. Al mundo. Estrenar una casa conlleva sus incertidumbres y sus desasosiegos. ¿Qué viviré en ella? ¿Cuánto tiempo me quedaré? ¿Tiene algún sentido, a estas alturas, escribir un blog? ¿Alguien lo leerá?  Antes de éste, yo tenía un blog al que dejé morir de inanición:  Cuántos Cuentos Cuentas Tú . Una mezcolanza de relatos, fotografías, reseñas, impresiones, y un largo etcétera. Paulatinamente, perdí el interés por seguir escribiéndolo. ¿Me ocurrirá lo mismo con  La columna del jueves ? No lo sé. Siempre quise escribir. Novelas, artículos, entrevistas. Y tener una columna fija, en un periódico de tirada nacional. Puede ser que nunca publique una novela, que nunca me llamen de un diario, pero nada ni nadie puede impedir que escriba