Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Blondie (1994- )

Fe de erratas

Dedicado a Nicolás, por advertir la errata divertida... He estado pensando en las erratas. Por mucho que corrijas y leas, por mucho que otros te lean, siempre se cuela alguna errata. Me refiero a esos pequeños cambios involuntarios que son capaces de alterar el sentido de una frase: una sílaba que se desvanece, una palabra que se ha ido a bailar a una línea equivocada, una letra que ha decidido cambiar de sexo. Todas esas cosas enojosas que hacen que lo que escribes no tenga ni cabeza ni pies, y donde debería decir amores, has puesto ardores y donde debería leerse retoños, dice redaños. Y todo así.  Cuando Rosa Montero publicó El peligro de estar cuerda , compré un ejemplar malherido. Lo tengo junto a mí ahora mismo. En el capítulo “Como los niños en el cementerio”, en las páginas 173 y 174, en la parte superior de un retrato de Emily Dickinson (la autora del verso que titula la obra de Montero) se volatilizaron unas palabras. Nuria Labari, amiga de la escritora, le hizo notar que est

Los ojos de Marilyn

Hace unas semanas, uno de los lectores de Blondie, (1994- ) me sorprendió con una analogía. Comparó a mi Blondie, la joven mujer de mi novelita, la de ojos camaleónicos, jóvenes y tristes, verdes y viejos, marrones y bellos, con Marilyn Monroe. Que este lector fuese Eugenio, hombre perspicaz y querido por sus vecinos de Guareña que, además, padece una grave discapacidad visual, me pareció extraordinario y exacto. Quizás no se precise  de una agudeza visual extrema para comprender la vulnerabilidad, para advertir la huella de la fragilidad. Tal vez solo se necesite una cierta sensibilidad, un cierto talento para leer y escuchar historias. Para escuchar y, así, leer a las personas.   Hace pocos días vi el documental de Netflix El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas . Tal vez se excede en las teorías de la conspiración.  Pero sirve para estas 300 palabras mías, las de todas las semanas. Sirve, porque, dejando atrás las relaciones de Marilyn con políticos, escritores, deporti

Lo pequeño

Esta semana me había puesto yo estupenda. Había escrito mis 300 palabras pensando en esas dos o tres veces al día que me asalta la incertidumbre del vivir. Del sinsentido de la vida que vivo.   Estupenda, ¿verdad? Desde el privilegio de tener un sitio al que regresar, de saber que siempre hay alguien al otro lado del teléfono… soy capaz de ponerme así de estupenda y filosofar sobre si mi vida dócil y rara contiene en sí alguna finalidad.  Pero. Entonces. Algo pequeño en un punto minúsculo del globo terráqueo. Una biblioteca. Cuatro lectores leyendo en voz alta una novela a un compañero que, por su discapacidad visual, no puede leer por sí mismo. En el mundo pasan cosas terribles. Somos capaces de matarnos, de robarnos, de lastimarnos, de herirnos de un modo irreparable. De arrebatar todo al distinto, solo porque es distinto. O de envidiar tanto al otro como para desear su destrucción. Y destruirlo.  Pero entonces, en un sitio muy pequeño de un país muy pequeño (porque el territorio que