Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2023

Lo de siempre

Hacía casi tres años que no iba a mi cafetería favorita. Cuántas vidas pueden nacer o quebrarse en tres años. Un divorcio, un nacimiento, una mudanza, un despido, un desamor, una condena de cárcel, varios líos amorosos, una suscripción a Netflix, la escritura de una novela, un rodaje en Benidorm, los estragos de una pandemia. Tres años y, el primer día, una camarera me sonríe y se interesa por cómo me van las cosas y me dice que si voy a tomar lo de siempre y se acuerda de ese "lo de siempre". Uno sabe que tiene una cafetería propia cuando una camarera risueña le pregunta si quiere "lo de siempre". No es casualidad que en Hijos del vaivén aparezca varias veces esta cafetería. Uno de los protagonistas recala cada dos por tres para llamar por teléfono, observar las sonrisas de unas mujeres serias y reidoras, mientras bebe cerveza con limón, y piensa. Me atrevería a decir que para él (como para mí) la cafetería es refugio, una suerte de consuelo, un chispazo de insp

La compra

Iba deprisa, introduciendo los ítems de su lista: huevos, leche entera, yogures desnatados, café, helado de vainilla, sacarina, lentejas, té verde, hueso de jamón, brócoli, azúcar. Era una mujer complicada, paradójica. Un ser de contrastes.  Iba despacio, depositando en el carro los productos con los que se topaba en cada sección del supermercado. No recordaba si el hueco de la estantería que albergaba la espuma de afeitar estaba vacío. Iba distraído, con esa mirada serena propia de los seres apacibles.  (Foto tomada de aquí ) En la carnicería se desentendieron un momento de los carros. Ella, preocupada por el colesterol, quería comprar pechuga de pavo. Él, despreocupado de cualquier previsión en los menús, sopesaba si comprar filete de ternera o contramuslos de pollo. Ella, más rápida que él, puso rumbo a otra sección. Él, más lento que ella, se giró con la bandeja de pollo entre las manos y se encontró con un carro y una compra que, definitivamente, no le pertenecían.  Tranquilo, c

¿Aburrirse? ¡Pero si mi hija no se aburre nunca!

La maestra le había preguntas sobre los rodajes, sobre cómo eran las sesiones, a qué hora tenían lugar, con qué frecuencia... Quería saberlo todo: cuánto tiempo a la semana dedicaba Kimmy a Happy Break y cuánto tiempo le dejaba para jugar y aburrirse. ¿Aburrirse? ¡Pero si mi hija no se aburre nunca!, había respondido orgullosamente Mèlanie. Happy Break era su vida. Aquella mujer no podía entenderlo.  Acabo de terminar, entre fascinada y horrorizada, Los reyes de la casa de Delphine de Vigan. Mèlanie tiene dos hijos, Kimmy y Sammy, a los que dirige en su exitoso canal de YouTube . En Happy Break Mèlanie se dedica a contar, paso a paso, todas las andanzas familiares: ir de compras, a un parque de atracciones, desayunar, preparar la cena. Interactúa con la audiencia a la que consulta todo tipo de decisiones. El secuestro de Kimmy es la excusa de la que se sirve la autora para desplegar ante nosotros un historial de abusos, explotación y sobreexposición de menores. Los niños, según su

Perdonen la tristeza

No consigo digerirlo. No consigo reconciliarme con la idea de que desde mis ventanas no volveré a ver las torres de las Catedrales, las de la Clerecía y, algo más lejana, la cúpula de la iglesia de La Purísima.  Desde hace varios meses, una legión de obreros ha tomado mi calle. Tal vez sean una docena, pero a mí se me antojan legión. Obreros, grúa, hormigoneras, camiones, puntales, andamios. Están construyendo un Centro de Día para mayores de 60 años, una edad que siempre percibí lejana pero que ahora presiento más cerca de  lo que me gustaría. No porque no quiera cumplir años, no. Pero es que esto va muy deprisa, señoras, señores.  No sé por qué no acepto que el paisaje de mi calle ha cambiado para siempre. Tal vez porque me cuesta creer que yo sea tan mayor como dice mi DNI. En una ocasión, haciendo la compra en el supermercado, pensé que esa mujer que me miraba tan fijamente era maleducada, y mayor. Spoiler: era yo. Esto lo cuenta mucho mejor (como todo) Rosa Montero cuando habla d