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Mostrando las entradas etiquetadas como Valeria Castro

De viajes y conversaciones

En mi vida prepandémica viajaba por trabajo. En esos viajes solía entablar conversaciones con personas de toda condición. Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay   Recuerdo hoy a aquella mujer de 82 años que se reía como una niña. Había subido al autobús en Plasencia, y volvía a Badajoz, a un pisito de un bloque obrero en el que todos la conocían. Había estado pasando una temporada con una hermana y me contó, con alborozo, que pensaban reunirse, por Navidad, todos los hermanos, en Madrid.  Madrid, iluminada,  está preciosa.  Reía y batía palmas porque, me dijo, si su marido viviese estaría tan contento de poder realizar el viaje por esa autovía tan moderna y tan rápida. Él, al que le gustaba tanto conducir y pescar, que había ganado varios concursos a nivel provincial, regional y hasta estatal. Mi marido lo hubiese disfrutado tanto , me reveló con una chispa de alegría en los ojos.  Me contó de un viaje que se habían regalado las hermanas en el verano. Figúrese, en el balneario,

Volver al hogar

Hace  décadas me dijeron una de las cosas más hermosas que jamás escuché. Ella era una joven a la que conocía por circunstancias laborales y, lo que es la vida y sus azares, el tiempo y mi desmemoria han borrado su nombre y, lo que es peor, sus rasgos. Apenas recuerdo que era morena de pelo negro, largo y ondulado. Era delgada, no muy alta, y llevaba gafas. No sé si le gustaban las novelas decimonónicas o los libros de terror gótico, desconozco qué hacía los fines de semana más allá de que estudiaba para un examen de acceso a Traducción e Interpretación. Sí me acuerdo de que no pasó el examen que, en aquellos tiempos (creo que también en estos) era muy duro, muy difícil. Muy pocos lo aprobaban así, a la primera, sin haber estudiado antes Filología Inglesa. Pero ella decidió intentarlo. Y suspendió.  Casi no me acuerdo del color de sus ojos, pero debían ser castaños o, tal vez, verdes oscuros, pero sí que sé que tenía la piel muy blanca, sin imperfecciones. Aunque no logro recordar s

Con cuidado y ternura

Cuando terminas de leer la última página de una novela tan compleja y magnífica como lo es El retrato de casada de Maggie O’Farrell, es harto difícil presentarla. Cómo elegir sus mejores galas para que tú, lector, quedes prendido y prendado de ese texto y sólo sientas alivio para tu anhelo cuando emprendas su lectura. Cuando desvistas todas sus capas secretas, cuando, con atrevimiento y cuidado, con mucho cuidado, la limpies con un trapo empapado en vinagre y alcohol, y descubras la historia secreta que quiere contarte la escritora irlandesa.  De Alessandro Allori. - Desconocido, Dominio público. La novela de Maggie O’Farrell es una inspiración en torno a la brevísima vida de Lucrezia di Cosimo de’ Medici d’Este, duquesa de Ferrara , una niña que nació y murió en el siglo XVI. Demasiado temprano. Demasiado pronto.  Hay muy poca información sobre la vida de Lucrezia, hija del gran duque Cosimo I de’ Medici, así que Maggie O’Farrell utiliza la literatura para llegar allí donde la Hist

Gozo

En la ciudad grande soy eficiente, el estrés resulta ameno (ya se sabe lo que se elige entre el dolor y la nada). En la isla, en cambio, vivía de mirar el cielo, que era más grande que en cualquier otro lugar. Un reflejo azul porque, de tan pequeña, la isla es casi agua. Yo solía ser una de esas figuras que caminan sobre las azoteas, y disimulaba mi labor de lectora y contadora de nubes. ¿Cuál es tu oficio?, me preguntaban. Tenía que morderme la lengua para no decir que los idealistas nunca han vivido de la tierra.  Azahara Alonso rememora los meses que pasó en Gozo , una isla del archipiélago de Malta. Azahara nos sumerge en esa burbuja suspendida en el tiempo en la que se dedicó a pasear, a mirar por la ventana, a escribir en sus cuadernos. Un año sabático en el que las lecturas, las reflexiones, la calma y los isleños entran y salen de estas páginas que nos recuerdan cómo se respira de manera consciente y por qué somos mucho más que la posible utilidad de lo que hacemos.  Es este li