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Mostrando las entradas etiquetadas como Alaska

El motivado de la vida

Me ha empezado a poner muy nerviosa cierto tipo de persona. Me refiero al motivado de la vida .  Dícese que alguien es un motivado de la vida cuando va regalando halagos, elogios, parabienes, a la par que pide favores, facilidades, accesos, formas de conseguir esto o lo otro, de participar en una carrera de cabras, en una partida de garrote o en el juego ese tan peligroso como bizarro que consiste en intentar atrapar rodando colina abajo a un queso que, a su vez, rueda también. Le da igual. El motivado de la vida quiere ir, estar, ser, decir, pensar que va ir, porque quiere aprender, fijarse, extrapolar, hacer networking , postureo, selfis, retratos de grupo, de bodas, bautizos y comuniones.  La famosa prueba del queso rodante de Gloucester - AFP Spóiler : rara vez participa. Rara vez juega. Rara vez aparece.  Cachis. El motivado de la vida es un tipo de persona emparentada con el tipo persona mareo , pero mantiene su esencia, su propia singularidad, rareza e idiosincrasia. Es ciert

Ni un día sin su épica

Cruzó la carretera por el paso elevado. Componía una extraña imagen. Eran los primeros días de septiembre y se encaminaba hacia un edificio público, para realizar un trámite burocrático. Ella, que siempre pensó que la burocracia estaba reñida con la poética.  Hacía calor. Llevaba sandalias blancas. Le hacían daño y, hasta esa misma mañana, no había caído en la cuenta. Solo quedaban treinta minutos para el cierre de las oficinas. Ella, que siempre abominó de los trámites administrativos porque carecían de drama. Pasos elevados del monorraíl, Kuala Lumpur, Malasia .  Tenía una herida abierta en el empeine del pie derecho. En algún momento, esas sandalias blancas que, supuestamente, eran cómodas, le habían procurado una bonita rozadura. Y, hacía pocos minutos, la rozadura se había transfigurado en una llaga que dolía cual llama ardiente. Y no había taxis. Ni autobuses. Y en media hora, la institución en la que tenía que arreglar unos papeles, cerraba. Ella, que siempre tuvo por seguro que

Instrucciones

 La Humanidad se divide entre aquellos a los que les parece un planazo leer instrucciones y los que  hacen como que la cosa no va con ellos. Porque total, si no soy capaz de encender y apagar un aparato sin cortocircuitarme, no es mi culpa.   La culpa es de los ingenieros/informáticos/diseñadores que consideran todos y sin excepción que crear instrucciones como si fuesen jeroglíficos egipcios es la octava maravilla del mundo.  Esos papeles como prospectos farmacéuticos, dobladitos en sus cajas, que se despliegan como si fuesen mapas y en los que, en lugar de coordenadas, se busca con denuedo tu idioma. Ahí está el coreano, el inglés y el francés, el alemán, el arameo y el griego y el dialecto de una aldea del norte de Hungría. Pero en español, no las encuentras o es que quizás no estás capacitado para ello. Para encontrar las instrucciones escritas en tu idioma, y leerlas,  y entenderlas y asimilarlas, y luego doblar ese papel sin romperlo (es que es tan finito, como los antiguos libri