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Mostrando entradas de enero, 2022

Esperando nada

Ignoro si es mala suerte, si es torpeza o casualidad, o es que las cosas solo parecen fáciles desde las afueras. Lo ignoro. Pero lo cierto es que nunca acierto a la primera y lo manifiesto así, sin rubor. Siempre cometo una equivocación tal que el funcionario de turno me lo afea, inmisericorde, dejándome indefensa y confusa, con ganas de plantearle la solución definitiva:  — Entonces, ¿qué me sugiere? ¿Que me tumbe en el suelo de mi habitación y me deje morir?  También desconozco si hay más almas como la mía, almas atormentadas por los trámites y los recursos, y las advertencias y los correos electrónicos que te desarman y te extravían. Sí, esos correos en los que un funcionario amparado en una dirección genérica te dice: no, mire, haga esto, haga lo otro, pague la tasa correspondiente. Y luego. Luego llega otra notificación en la que te dice que pagar de nuevo la tasa no sirvió para nada, que has vuelto a hacerlo mal, que lo que has hecho (alma de cántaro) no funciona.  Photo by  Ali

Juan Bravo, el cazador de lobos

En 1909 cinco excursionistas se adentraron en tierras del suroeste salmantino y norte de Cáceres . El viaje, que duró escasamente siete días, fue narrado por el poeta, escritor, traductor y periodista cordobés Marcos Rafael Blanco Belmonte y el testimonio gráfico corrió a cargo del fotógrafo salmantino Venancio Gombau .  Cualquiera que mire las fotos se sentirá interpelado por las miradas desconfiadas de los niños, la nula diferencia que parecía existir entre un labriego y un mendigo, o las casas hurdanas, pequeñas, duras y ásperas como las vidas de sus moradores. El blanco y negro de esas emblemáticas fotografías transmiten dureza y climatología extrema, además de dignidad en las gentes que posan  para esos intelectuales de la capital.  De entre los encuentros, curiosidades, conversaciones y descripciones del paisaje y del paisanaje  que Blanco Belmonte desgrana con la exhaustividad de un registrador de la propiedad, me sobrecoge la historia de Juan Bravo, el cazador de lobos de Las

El martín pescador

Iba con prisas, sin mascarilla y me topé con una mujer que retrocedió de un salto. Nos apartamos las dos, ahogando una exclamación. Durante la milésima de segundo en la que nos miramos a los ojos, creí reconocer en los suyos el mismo miedo que ella leería en los míos.  Esta imagen me ha perseguido durante semanas. Nos observamos con prevención, nos apartamos. El bicho nos ha robado el placer del encuentro casual , las conversaciones hechas de sonrisas y palabras.  El uno de enero amaneció envuelto en papel de regalo, con un cielo azul que brillaba como los adornos de un árbol de Navidad. En el paseo junto al río nos encontramos a una pareja que miraba detenidamente las orillas, los árboles, los juncos. Eran observadores de aves.  Mi acompañante y yo, borrachos de luz y sol, continuamos caminando por el sendero; escuchando el rumor del agua y los ladridos gozosos de un perro. Cuando regresamos, volvimos a encontrarlos. Eran un hombre grande y una mujer pequeña y estaban entusiasmados, o