Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2022

Cruce de calles

Hay un poema de Cristina Peri Rossi , Cruce de calles , que recrea el encuentro entre dos personas que fueron amantes. Que se amaron. Y se encuentran. El poema es el diálogo que mantienen, al que se suma el monólogo interno de la voz poética, que se pregunta por qué no se muere ahí mismo, ahí mismito, de la impresión. En cambio, morirá algún día de alguna cosa fútil, vana. No por ese encuentro que para esa voz significa tanto. Porque el otro, la otra, significó todo en su momento. Quizás, tal vez, aún.  ¿Has experimentado algo así? Fotografía tomada de aquí .  Te detienes junto al semáforo, te topas con él, o con ella, y le haces observaciones absurdas, ridículas y la otra o el otro, te dice cosas estúpidas, mientras tú (acaso él también, acaso ella también) piensas que qué impresión, que se le ve más delgado, o más flaca, que está mayor, pero que está guapa, que está guapo, que tiene la misma sonrisa, la misma mirada de cachorro distraído. Sí, ya sabes que es la miopía, pero es más po

Los ojos de Marilyn

Hace unas semanas, uno de los lectores de Blondie, (1994- ) me sorprendió con una analogía. Comparó a mi Blondie, la joven mujer de mi novelita, la de ojos camaleónicos, jóvenes y tristes, verdes y viejos, marrones y bellos, con Marilyn Monroe. Que este lector fuese Eugenio, hombre perspicaz y querido por sus vecinos de Guareña que, además, padece una grave discapacidad visual, me pareció extraordinario y exacto. Quizás no se precise  de una agudeza visual extrema para comprender la vulnerabilidad, para advertir la huella de la fragilidad. Tal vez solo se necesite una cierta sensibilidad, un cierto talento para leer y escuchar historias. Para escuchar y, así, leer a las personas.   Hace pocos días vi el documental de Netflix El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas . Tal vez se excede en las teorías de la conspiración.  Pero sirve para estas 300 palabras mías, las de todas las semanas. Sirve, porque, dejando atrás las relaciones de Marilyn con políticos, escritores, deporti

Intimidad

Hace unos días, recién llegada de mi viaje a Madrid , pasé una tarde completa devorando Intimidad . Sí. Lo hice. Y no está bien, no.  Lo siento. Soy en exceso apasionada con lo que me apasiona.  El caso es que vi Intimidad al completo. Y, una y otra vez, recordaba La panadera de Sandra Ferrús , porque la base es la misma: la violencia contra las mujeres en internet. El exponer la intimidad de una mujer, sin su consentimiento, o como amenaza y chantaje. Y los juicios de la sociedad, de la familia, del entorno laboral.   Intimidad narra la historia de dos mujeres a las que su mundo se derrumba después de que unos vídeos de carácter sexual salgan a la luz. Una y otra acaban de maneras distintas, pero es que… no partimos desde el mismo sitio. No todos tenemos la misma fortaleza anímica, el mismo soporte familiar, idéntico horizonte. No.  Tuve el privilegio de moderar la lectura de la obra de teatro La panadera en dos clubes virtuales: el Club del Instituto Cervantes y el Club en la nub

Madrid, Madrid, Madrid

Volví a Madrid. Ha hecho calor. Había mucha gente arremolinándose en Callao porque una plataforma de pago estrenaba serie y, sobre el asfalto candente, en torno a adolescentes gritones, habían tendido una alfombra de moqueta azul. He transitado por varias líneas de metro: la 6, la 3, la 2. He subido y bajado larguísimas escaleras mecánicas con un vértigo que no he sabido dominar. En uno de mis trayectos vi a un hombre negro que lucía una chapa militar inspirada en las placas de identificación originales de los soldados de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial. Lo acabo de guglear, claro. También llevaba al cuello una bala. Parecía un marine un día de libranza. Pero no.  Volví a Madrid y no sé si preparada para el estruendo del tráfico y las niñas rubias con andares de jirafa con las que me tropecé en las inmediaciones del Banco de España. Bamboleándose sobre unos tacones, contorsionando sus cuerpos delgados y moviendo sus melenas, se me antojaron seres irreales, de otro planeta. 

Expectativas

Ha sucedido de manera paulatina, sí, pero he caído en la cuenta de repente. De pronto, un día cualquiera he descubierto que mis expectativas ante ciertas fluctuaciones de la vida se han visto rebajadas al mínimo.  No espero gran cosa de muchas cosas. Hay ciertas cosas que me dan mucha pereza.  Por ejemplo. Leer a los que quieren rebajar el esfuerzo de los demás. Nadie hace nada solo, no somos vaqueros en el viejo Oeste. Pero ciertas decisiones, con su coste personal; ciertas labores, con sus cientos de horas; ciertas ideas con sus elucubraciones previas... fueron todas tuyas. No del Estado, ni de tus amigos, ni de tu entorno laboral. Tuyas. Mías. Lo hiciste tú. Lo hice yo. Porque otros, otras, con las mismas o mayores posibilidades no lo hicieron. ¿Es esto creer en la meritocracia? No, por dios. Es reivindicar la voluntad, el esfuerzo, el poco o mucho talento que cada uno de nosotros tenemos y que algunos deciden emplear y otros, no. Otros deciden tumbarse a la bartola. ¿Estoy en contr