Charlando el otro día con una amiga, caí en la cuenta de la faena que nos han hecho las canciones, las películas, la publicidad y los chistes. Una ya no sabe si un pensamiento es propio, o lo ha tomado prestado de un anuncio de galletas. Estábamos las dos conversando, tan pichis , y de pronto ella, cargada de razón, me suelta: es que todo nos lo tomamos en carne viva, no somos capaces de compartimentar, de ser más frías . Y claro, a mí lo de la carne viva , me impactó. A la mañana siguiente, preparando el café y asomándome a la ventana por si veía al cerdo del vecino (no, por favor, no penséis mal. Es un vecino que tiene de mascota a un cerdo. Sí, ya. A mí también me lo parece...), me arranqué a cantar, es que tengo el corazón en carne vivaaaa . Otra idea original enfangada por Raphael . Las horas venideras continuaron trayendo a la playa de mi memoria restos de naufragios fílmicos, musicales, promocionales y demás familia. Mientras comía, en mitad de...