Es esta una columna de servicio público que pretende asesorar a los que practican el sincericidio y a sus víctimas, si bien y siendo sincera (que no sincericida ) pretende apoyar a estas últimas. Este deseo no bloquea la posible utilidad de estas 300 palabras para los que han cometido o estén prestos a cometer uno o varios sincericidios . Todo sincericidio se inicia con una frase como ésta o similar: “Te voy a decir una cosa, pero no quiero que te enfades”. Este es un hito importante. Podemos atajar la tentativa si miramos a los ojos a la Mari Juani o al José Luis de turno y le espetamos, con toda la parsimonia y serenidad que logremos reunir: “Mira, guapi. Lo que tú quieras o dejes de querer, la verdad, no me puede importar menos”. Es posible que esta frase, sin embargo, dé alas al sincericida . Tratará de cambiar de marcha, acelerar y soltar la frase fantástica, la que lo exime de toda sospecha de dolo (según su baremo de sincericidio ): “Lo cier...