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Mostrando las entradas etiquetadas como C. Tangana

Madrid es

Madrid contiene muchas ciudades. La de los de las terrazas del CentroCentro . La del hombre de las rastas que pide dinero en la glorieta de Cuatro Caminos.  Madrid no es una imagen, ni cien, ni mil. Madrid es ese grupo de chicos que hablan sobre amores perdidos, renuncias y sacrificios. Y, si quiere llamarme, que lo haga. Ya veré yo si contesto. Me dan ganas de acercarme y decirle, muy quedo: olvídate de ella, nunca te llamará .  Madrid es esa mujer que camina la Castellana exudando belleza y magnetismo por cada poro de su piel canela. Y la madre de familia que, a las cinco de la tarde, regresa a casa. Lo hace ojerosa, algo despeinada, siempre apurada, encendido el piloto automático que es quien la guía por las líneas de metro (la roja, la gris, el ramal, la circular), y el que hace que levante el brazo para que se pare el autobús en la marquesina. En una hora y media, llegará a casa.  Madrid es esa reponedora del turno de noche de Carrefour. Todos duermen, menos ella, el vigilante de

Uno de mis miedos

Nunca he convivido con un perro. Tengo dos tortugas: Chico y Rita , Chico es de carácter tranquilo, Rita es dominante, agresiva. Ellas y yo nos ignoramos educadamente: pasan muchos meses al año hibernando, apenas nos miramos. Así que sólo puedo imaginar el dolor o la alegría que puede traer a una vida un perro. La preocupación por su bienestar. Cuidar de él. Que te mire con adoración.  No, no tengo ni idea. Es más, siempre sentí pavor hacia ellos. ¿Por qué? Pues, no sé, tal vez porque se tiende a temer lo que se ignora, porque cuando era niña era habitual oír historias truculentas de jaurías de perros salvajes que vagaban por los extrarradios de la ciudad, transmitiendo la rabia. Historias truculentas basadas en historias reales, porque hace cuarenta años la sensibilidad social e individual era radicalmente distinta.  Hace unos meses, cuando Sur llegó a mi vida (tangencialmente, es cierto, pero cuando alguien a quien quieres tiene un perro, de alguna manera esa decisión te afec

La dedicatoria

Su quinta novela. Su quinto año de amor. Unos cuantos ejemplares llegarían a casa, con una nota: Iratxe, por favor, abre la caja y revisa su contenido .  Le había enviado, también, un guasap , porque Iratxe, amén de guapa, cariñosa, simpática, alegre y cautivadora, era discreta, prudente. Cariño, hoy llegan algunos ejemplares de mi nueva novela, la quinta. ¿No es bonito que lleguen el mismo día de nuestro aniversario? Cinco años ya, amor... Por favor, revisa algún ejemplar. Sobre todo, la dedicatoria.  La suerte estaba echada. Él, teléfono en mano, vio llegar la furgoneta de reparto y espió al repartidor. Imagen de Pixabay Cinco años dan para mucho, pero ya no daban para más. Habían estado tan enamorados. Se habían querido con locura. Pero, desde hacía meses, todo era más tibio, más monótono, más gris. En fin. Estaba loca por Juan y era culpa del desinterés de Sergio. Si se había fijado en Juan era porque lo suyo con Sergio no funcionaba.  Cumpliría su promesa. Revisaría los ejemplar