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Mostrando entradas de febrero, 2021

Fragancias

Cuando Philippe Claudel (autor de la hermosa La nieta del señor Linh ) cumplió cincuenta años, escribió Aromas . Cincuenta textos cortos que recrean recuerdos importantes para él. Desde los aromas del abeto, a las esencias exóticas del viaje.  De la canela escribe: Los recuerdos de la propia vida, de la historia y de las novelas, se mezclan como cartas de una baraja. De pronto, empezamos a hablar de minaretes, tundras y princesas cautivas. De caravasares, caballos y estepas .  Escuchando el último podcast de la periodista Cristina Mitre con Ana Fernández Parrilla , he sabido que la actriz Natalia Verbeke construye sus personajes a través de sus olores. De cómo se imagina ella que es su fragancia. No se detiene en el olor imaginario, sino que busca el perfume, lo utiliza en los rodajes y, cuando terminan, nunca más vuelve a ponérselo. Porque ella no huele así. Solo su personaje. Imaginad cómo debe ser una mujer que huele a noche de mayo, o a playa en invierno, o a buganvilla en flor. A

Instrucciones

 La Humanidad se divide entre aquellos a los que les parece un planazo leer instrucciones y los que  hacen como que la cosa no va con ellos. Porque total, si no soy capaz de encender y apagar un aparato sin cortocircuitarme, no es mi culpa.   La culpa es de los ingenieros/informáticos/diseñadores que consideran todos y sin excepción que crear instrucciones como si fuesen jeroglíficos egipcios es la octava maravilla del mundo.  Esos papeles como prospectos farmacéuticos, dobladitos en sus cajas, que se despliegan como si fuesen mapas y en los que, en lugar de coordenadas, se busca con denuedo tu idioma. Ahí está el coreano, el inglés y el francés, el alemán, el arameo y el griego y el dialecto de una aldea del norte de Hungría. Pero en español, no las encuentras o es que quizás no estás capacitado para ello. Para encontrar las instrucciones escritas en tu idioma, y leerlas,  y entenderlas y asimilarlas, y luego doblar ese papel sin romperlo (es que es tan finito, como los antiguos libri

Casas

Hace unos meses me mudé a esta casa. La he ido decorando como he podido, con mejor o peor fortuna. Lo primero que hice fue poner un felpudo en la entrada, y frente a la puerta, sobre una mesita, una planta de hojas verdes y frondosidad escandalosa. De fondo, cada semana, suenan músicas distintas que hacen juego con mi estado de ánimo. Y 300 palabras que voy prendiendo de los rincones de algunas de las estancias. Algunas os gustan mucho. Otras poco, o quizás nada. Pero aquí sigo, inasequible (o casi) al desaliento.  Es curioso cómo esta casa se escribe desde mi casa y mirando a otras casas. Mi ordenador se pega al alféizar de una ventana que da a un parque pequeño, doméstico y, a todas luces, insuficiente. Ahí están los perros paseando a sus seres humanos. En las farolas, llueva o haga sol, suelen arrullarse las palomas. En las ventanas se adivinan rostros sin nombre.    Soy la muchachita del triste poema de Pessoa, aunque me gustaría ser el conductor del Chévrolet .  Pintura de Neus Ma

Nombres

Todos atesoramos nombres secretos, nombres prohibidos. Me refiero a esos nombres de personas, lugares, épocas y situaciones, que nos guardamos para nosotros, porque son demasiado preciosos, importantes e, incluso, peligrosos, para ser compartidos con los demás.  En esto he estado pensando en esta última semana cuando, por una cuestión laboral, he estado buscando con cierta intensidad cómo nombrar algo que está a punto de comenzar. Y, sin embargo, ese nombre con el que creo haber dado, aún está vacío de significado para mí, pese a lo que evoca y al motivo de mi elección. Habrá de pasar un tiempo, cuanto todo termine y lo recuerde, para que se bañe de una pátina especial. Buena, mala, irrepetible o fácilmente olvidable. Entonces, pasará a formar parte de mis nombres particulares, pero no de mi geografía íntima, pues otras personas lo conocerán.  Este matiz lo diferencia de esos otros nombres esenciales que no podemos ni queremos compartir con nadie. Esas palabras, las que no decimos y no