Hace unos días, recién llegada de mi viaje a Madrid, pasé una tarde completa devorando Intimidad. Sí. Lo hice. Y no está bien, no. Lo siento. Soy en exceso apasionada con lo que me apasiona.
El caso es que vi Intimidad al completo. Y, una y otra vez, recordaba La panadera de Sandra Ferrús, porque la base es la misma: la violencia contra las mujeres en internet. El exponer la intimidad de una mujer, sin su consentimiento, o como amenaza y chantaje. Y los juicios de la sociedad, de la familia, del entorno laboral.
Intimidad narra la historia de dos mujeres a las que su mundo se derrumba después de que unos vídeos de carácter sexual salgan a la luz. Una y otra acaban de maneras distintas, pero es que… no partimos desde el mismo sitio. No todos tenemos la misma fortaleza anímica, el mismo soporte familiar, idéntico horizonte. No.
Tuve el privilegio de moderar la lectura de la obra de teatro La panadera en dos clubes virtuales: el Club del Instituto Cervantes y el Club en la nube Nubeteca de Diputación de Badajoz. En sendos clubes, la experiencia fue maravillosa y la participación de la autora del texto y protagonista de la obra, Sandra, fue la guinda de la conversación. Guardo una sensación muy especial, también, de la intervención de los lectores. Pues, ya se sabe, sin lectores ningún club tiene sentido.
Bien, os contaba lo de la serie y lo de la obra de teatro. Estaba yo viendo Intimidad y pensando que Sandra Ferrús hubiese bordado este o aquel papel. Cualquier papel. Y de pronto.
Allí estaba. Un puñado de escenas, con poco diálogo, pero increíblemente estupenda y veraz en el papel. Qué gustazo.
Sandra: enhorabuena por tu Premio Max a la Mejor Autoría Revelación por La panadera.
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