Hace unas semanas, uno de los lectores de Blondie, (1994- ) me sorprendió con una analogía. Comparó a mi Blondie, la joven mujer de mi novelita, la de ojos camaleónicos, jóvenes y tristes, verdes y viejos, marrones y bellos, con Marilyn Monroe. Que este lector fuese Eugenio, hombre perspicaz y querido por sus vecinos de Guareña que, además, padece una grave discapacidad visual, me pareció extraordinario y exacto. Quizás no se precise de una agudeza visual extrema para comprender la vulnerabilidad, para advertir la huella de la fragilidad. Tal vez solo se necesite una cierta sensibilidad, un cierto talento para leer y escuchar historias. Para escuchar y, así, leer a las personas.
Hace pocos días vi el documental de Netflix El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas. Tal vez se excede en las teorías de la conspiración.
Pero sirve para estas 300 palabras mías, las de todas las semanas. Sirve, porque, dejando atrás las relaciones de Marilyn con políticos, escritores, deportistas, hombres de todo tipo que, en su mayoría, no la quisieron bien, ni siquiera la quisieron… dejando atrás posibles conspiraciones, espionajes, confesiones vergonzosas… dejando todo eso atrás, miré a esa mujer extraordinariamente bella con la que todos querían estar y a la que todos querían cambiar. Una mujer con la mirada triste, joven y vieja, camaleónica y fingidora. Una joven mujer necesitada de afecto, vulnerable, abandonada y abusada en su infancia y en su primera juventud. Una mujer que se refugió en las drogas, las pastillas, el alcohol. Una actriz inteligente que leía y escribía, que solo quería tener una familia. La familia que no tuvo, porque la lotería genética a veces es así.
La historia de mi Blondie no es la historia de Marilyn. Pero su fragilidad, Eugenio, sí. El mismo anhelo de ternura en los ojos.
Cuando la fragilidad es controlada a su propio estilo de vida, como nuestro lector indica, su vida no es más que una adaptación al transcurrir de los días. Una superación personal que quizás Marilyn no consiguió. No sé.
ResponderEliminarQuerido anónimo/Querida anónima... no podemos ponernos, exactamente, en los zapatos de Marilyn y me temo que mis 300 palabras se quedan cortas para tratar de entender cómo fue, cómo vivió, sus porqués. Ella (Marilyn) tenía muchísimo miedo de padecer una enfermedad como la de su madre. Su salud mental no estaba bien, hay quien dice que fue diagnosticada como bipolar, etc., si a eso le añadimos el consumo de drogas, los abusos que padeció en su infancia y juventud, los malostratos (su marido, Joe DiMagio la maltrataba físicamente, su otro marido, Arthur Miller, la maltrató, al menos, psicológicamente... y luego estaba que era un icono. Todas las miradas convergían en ella, en lo que hacía, cómo lo hacía... en fin, una bomba de relojería para una mujer que necesitaba cuidarse y curarse. Creo que mi Blondie y Marilyn tenían en común esa fragilidad, ese conocimiento del sufrimiento (bueno, y la belleza). Gracias por tu comentario :-)
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