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La rebelión de las cosas

  Huye rápido, vete lejos es una novela de Fred Vargas en la que Joss, un marinero reconvertido en pregonero, reflexiona sobre las cosas, su vida oculta y dañina:   Joss comprendía desde hacía tiempo que las cosas están dotadas de una vida secreta y perniciosa. (...) El más mínimo error de manipulación provocaba a menudo toda una serie de calamidades en cadena, que podían ir del incidente desagradable a la tragedia, al ofrecerle a la cosa una libertad repentina, por mínima que fuese.  Seguro que os ha ocurrido más de una vez. La otra mañana, estaba yo trajinando en mi cocina, tan feliz. Abrí uno de los armarios altos, uno en el que guardo vajilla que no utilizo a menudo. En realidad, son restos de colecciones que perecieron en algún naufragio doméstico. Allí adentro duermen el sueño de los justos copas desparejas, tazas desportilladas, platos resquebrajados, un par de bandejas grandes más feas que un dolor, y un sinfín de cachivaches. Ahora sé que todos ellos, en la oscuridad y con a

Porque no sabías

Estamos cargados de prejuicios. Incluso el más progresista de nosotros, incluso el más leído o el más culto. El que más ha viajado, o el más sedentario. Raro es encontrar a alguien que lo sepa todo. Y si cree saberlo todo, es que ha caído en el mayor de los prejuicios.  Intento, de vez en cuando, revisar alguna de mis creencias más arraigadas. Las que más me cuesta desterrar son las que se relacionan con asuntos que desconozco. Con las vidas que no alcanzo a imaginar, hasta que no me las encuentro de cara, mirándome fijamente a los ojos desde las páginas de un libro o hablándome desde un podcast.  John William Godward (Londres, 1861-1922) Desde hace un año, escucho podcast los fines de semana, mientras ordeno y limpio un poco la casa, mientras cocino, riego las plantas, tiendo la ropa o, simplemente, me quedo apoyada en la baranda del balcón, con los ojos cerrados, el sol acariciándome el rostro, escuchando esas voces que me hablan, que me cuentan, que me ríen o me lloran.  Muchos de

Vamos a contar mentiras, tralará

Busco mentira en el diccionario de la Real Academia Española, y qué cosas.  Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente.  Cosa que no es verdad.  Etcétera.  El sábado escuché a Chema Alonso, el hacker bueno , en Plano Corto, el podcast de Almudena Ariza . Decía: Mi gran miedo es cuando la Inteligencia Artificial desarrolle la destreza de mentir para conseguir sus objetivos. Puede ser muy salvaje.  Los seres humanos somos geniales mintiendo, cientos de miles de años de práctica nos avalan.  Leo en El Domingo de las Madres de Graham Swift:  Contar historias, contar cuentos. Siempre con la insinuación de que traficas con mentiras. Pero para ella no sería nunca otra cosa que la tarea de llegar a la médula, al meollo, al corazón, al núcleo, al fondo: la empresa de contar la verdad.  Me pregunto si estas columnas, en las que suelo sembrar más de una mentira para proteger la verdad (como quien oculta un jardín secreto tras una puerta encantada), no serán nada

¿Bailas?

Algunos de mis momentos más felices los he pasado bailando. En las verbenas, en los conciertos. En las discotecas de mi primera juventud.  En aquellos años, las discotecas tenían sesión vespertina, y dos y hasta tres pistas. La pista de los lentos (los bailes, no los acercamientos, que solían ser rapidísimos e igual de fugaces), la de las rumbas y la de la música disco. Yo suplía mi falta de coordinación con mi escandalosa juventud y el revoloteo de una falda estampada que me hacía parecer una zíngara (o así lo quería imaginar yo).  Photo by Olivia Bauso on Unsplash Aquella bola plateada que giraba, la música atronadora que reverberaba en mi estómago, los labios de alguien que me preguntaban si quería bailar una rumba, o una lenta. Y yo sacudía mi melena y mi falda, y hacía un paseíllo al ritmo de los Pet Shop Boys .  A los diecinueve era consciente de que no bailaba tan bien como me gustaría. Pero... ¿y si lo hacía mejor de lo que recuerdo? Sea como fuere, ninguno de mis eventuales c

La otra mujer

 Voy a contaros una historia íntima, personal. Hace años descubrí que tras el retrato que le hizo Francisco de Goya a Leocadia Zorrilla, se ocultaba la figura de otra mujer.  Leocadia Zorrilla. Francisco de Goya.  Ella, es Juana García Ugalde, una actriz de teatro del siglo XVIII que tuvo una fama efímera. Juana era bellísima, pero según decía Leandro Fernández de Moratín era, también,  frigidísima y yerta . Qué crueles sus palabras hacia Juana, la Mariquilla de La comedia nueva o el café . Durante unas cuantas funciones (pocas) la Ugalde fue la estrella de uno de los teatros de Madrid. Años después, volvió a representarse, pero la protagonista fue otra, una meritoria más joven, más bella y más dotada para el teatro, según decían todos.  A Juana se le perdió la pista en los albores del XIX en Cádiz; debió morir demasiado joven y demasiado pobre, lo propio tras una vida bregada en miseria y decepciones. Desde el mismo momento en que descubrí la sombra fantasmal de Juana en la web del M

Segundas opciones

 Existe una intensa percepción que voy a denominar ser la segunda opción . La nombro percepción, porque en la mayoría de los casos, no puede probarse, excepto que tú lo sabes. Lo adivinas. Te lo dicen después.  Fotografía de @jontyson Es curioso. Durante mucho tiempo, fingir que ser especialista en rebotes no te importa, puede convertirse hasta en un modo de vida. S oy especialista en coger aquello que otro no quiere, por difícil, por enojoso, porque no ha resultado bien, y quedármelo. Y, a veces, hasta hacerlo con cierto pundonor, gracia y estilo . Pero lo realmente curioso es que si lo haces notar, el otro se siente molesto. Me explico. El que no ha pensado en ti la primera vez, y ahora le pillas presumiendo, se ofende si le señalas que fuiste su segunda opción, porque a nadie le gusta morder el polvo . Una cosa es una cosa, y otra, es otra.  Como  adviertes que hacerlo patente es incómodo, aprendes a callarte y a simular que tú fuiste, eres y serás la primera opción. O que no te im

Fragancias

Cuando Philippe Claudel (autor de la hermosa La nieta del señor Linh ) cumplió cincuenta años, escribió Aromas . Cincuenta textos cortos que recrean recuerdos importantes para él. Desde los aromas del abeto, a las esencias exóticas del viaje.  De la canela escribe: Los recuerdos de la propia vida, de la historia y de las novelas, se mezclan como cartas de una baraja. De pronto, empezamos a hablar de minaretes, tundras y princesas cautivas. De caravasares, caballos y estepas .  Escuchando el último podcast de la periodista Cristina Mitre con Ana Fernández Parrilla , he sabido que la actriz Natalia Verbeke construye sus personajes a través de sus olores. De cómo se imagina ella que es su fragancia. No se detiene en el olor imaginario, sino que busca el perfume, lo utiliza en los rodajes y, cuando terminan, nunca más vuelve a ponérselo. Porque ella no huele así. Solo su personaje. Imaginad cómo debe ser una mujer que huele a noche de mayo, o a playa en invierno, o a buganvilla en flor. A