Ignoro si es el mal de nuestro tiempo. Si las imágenes que nos bombardean desde las redes sociales paralizan nuestro gen de la percepción... tal vez, pero intuyo que quedarse con la espuma de las cosas es una postura ante la vida. Una elección. Intentaré explicarme.
A menudo, cuando leo un texto de alguien que está doliéndose en Facebook, o en Instagram, (me refiero a un texto testimonial, no literario), los comentarios que los supuestos lectores le dejan son, cuando menos, curiosos. Un GIF de aplausos. Un qué bonito escribes. Un eres el mejor. La persona en cuestión está destrozada, sumida en un proceso de tristeza (no me atrevo a decir que depresivo, pero barrunto algo así), y lo que recibe de los otros son aplausos o un adjetivo socorrido e irrelevante. Peor es (lo sé) quienes se creen animadores y animadoras de un partido de fútbol en una peli americana, y escriben que ella puede, que no desfallezca, que luche, que tiene mucho por lo que vivir. Yo no escribo, ni aplaudo su tristeza. Me quedo preguntándome si no habrá por ahí algún amigo (de verdad) que la llame, que le pida que pare, respire y busque ayuda. Que le diga que ahí está él, que ahí está ella, para escuchar y dar abrazos, para tomar un café. Para que piense si quiere seguir enviando mensajes desesperados que (casi) nadie parece recibir.
También me suelo asombrar cuando se comenta una imagen que es irrelevante, cuyo único fin es acompañar lo que se escribe. Entonces una cae en la cuenta de que el otro, de que la otra, no ha leído ni una sola sílaba de aquello que escribió. No le interesa. La imagen es cuqui, con eso basta. Es una elección. Decide bañarse en la espuma de las cosas.
Pues me siento hoy muuuuy concernido con tu columna semanal. Ya te lo comentaba por otras vías, donde te participaba de mi temor: que tantas luchas de actualidad se queden en simple "postureo", que veamos una espuma muy decorada, muy apetecible y, sin embargo, el café, que es lo que vamos a beber, sea un aguachirri.
ResponderEliminarPor lo que a mí, me toca, ya dediqué una de mis leguleyerías a la reforma ¡de la Constiución! por aquello de la elimininar "disminuidos", que suena feo, y cambiarlo por "personas con discapacidad" que es una "espuma" más de moda. Como yo titulé aquella leguleyería, sencillamente, un trampantojo.
Ya lo dijo Jesús: "sepulcros blanqueados".
En fin, gracias, como cada semana, por este respiro en 300 palabras.
Hola, Jével. Es cierto, lo recuerdo perfectamente. Ay, la espuma. Gracias a ti por tu comentario pero, sobre todo, por leer mis 300 palabras.
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