No es la primera vez que escribo sobre contar mentiras. Pero es que en Leer para escribir Nubeteca, el club de lectura y escritura en la nube organizado por el Servicio Provincial de Bibliotecas de Diputación de Badajoz, propuse a los participantes que contasen mentiras. ¿Escribir ficción no es eso?
Hubo quienes reflexionaron: odio que me mientan, no soporto mentir. Creo que de veras lo sentían así, pero estoy casi segura de que estaban recreando grandes mentiras, traiciones, dobles vidas, y asuntos de ese jaez. Porque... está demostrado: mentimos todos los días. Puedes argumentar que tú no eres de los que van mintiendo a troche y moche. De acuerdo. Puede ser que tú cuentes una mentira a la semana y otro u otra veinte cada día. Pero mentir, mientes. Mentimos. Y, ¿sabes qué? Benditas mentiras.
No te gustaría vivir en El Tiempo de la Verdad. ¿Te imaginas que en nuestra carta de vacunación figurase la Vacuna Contra la Mentira? A priori parece un mundo perfecto: cero corrupción, cero falsedad, todo honestidad y honradez. Discrepo. Necesitamos el mecanismo de la mentira para convivir en paz. ¿Te imaginas ir cometiendo sincericidios así, gratuitamente?
¿Qué tal me queda este vestido? Pues Mari Puri, mal. Es un vestido horroroso.
Ilustración de Bequi Mercado, @bequispaghetti
Piénsalo.
Y es que, además, sin ficción, sin mentira, no existiría la creación. No. Nada de mundos distópicos, utópicos e imaginarios. Nada de personajes memorables (yo no podría vivir sin Bruna Husky, o sin mi Blondie). Nada de soñar, inventar, crear. La verdad al desnudo. Un horror.
Sin la capacidad de pergeñar fabulosas mentiras no existiría El Tiempo de la Verdad, de Daniel Blanco, una novela para jóvenes de 15 a 100 años que, como reza la dedicatoria escrita por el autor, está hecha para ti, que también disfrutas con la mentira.
¡Cómo no hacerlo!
Comentarios
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Se publicará en cuanto lo lea :-).