Hay personas que apenas hablan y personas que hablamos mucho. No estoy en contra ni de unas, ni de otras, pero, un poco sí, de las personas mareo. Esas personas que anuncian a bombo y platillo, que el día de su cumpleaños te invitan a una paella en el campo. Que sí, que se encargan de todo, que te lleves a quien quieras, que menuda paella te van a preparar, con su marisquito, su arroz bomba, y su caldo casero. No importa que el evento se celebre tres meses después, no, el interfecto o interfecta va llamándote semana sí y semana también, recordándote que su cumpleaños es tal día, y que va a hacer una paella que ríete tú de las paellas de los chiringuitos de Levante. Que nunca más, Pepe, que nunca más, Juana, vas a volver a comer una paella después de su paella. Por las comparaciones, y demás.
Y, luego, dos semanas antes del festejo, para. No te vuelve a llamar, ni siquiera te escribe un mísero guasap. Nada, nothing, niente. Al principio, no te inquietas. Seguro que está liado o liada con la organización. La fecha señalada ya es otro cantar. Te preguntas si no se te habrá pasado leer algún mensaje, si no te habrá llamado en algún momento en el que no tenías cobertura. Pero el caso es que no te coge el teléfono, que no sabes nada de él o de ella.
Hasta el día siguiente.
Verás, se complicó todo. Unos amigos, que casan a la hija mayor y los acompañé a probar menús. Pero, fíjate, al final, nos va a venir bien, porque he hecho una reserva en un restaurante donde hacen la paella mejor que Quique Dacosta. Dentro de tres meses nos vamos a pegar un buen homenaje. Te voy llamando.
Triste realidad.😅😅👍
ResponderEliminar😅 Me temo que ... ¡sí! Gracias por tu comentario y, sobre todo, por tu lectura :-)
Eliminar