Sucede que un sábado cualquiera vas a la boda de unos jóvenes que se miran con el embeleso necesario para no perderse ni una sonrisa, ni un gesto, ni un solo beso. Y te preguntas cómo es posible.
De qué modo raro estás ahí y no allí, cómo es que vas en un tren a un municipio que antes significó mucho y ahora, nada. Por qué acudes a una cita y conoces a alguien inolvidable. Si te hubieses quedado en casa, si en lugar de ir a la piscina hubieses decidido sestear toda aquella tarde de julio. Sí. No.
Somos hijos del vaivén. Todos. De elementos externos que nos hacen saltar como muñecos de resortes. Y, sin embargo y quizás por ello, protagonizamos algunos momentos brillantes y efímeros, que se nos antojan eternos. Como la alegría de ver a esos dos jóvenes mirarse.
Y, luego, más azares, más circunstancias, más retrasos. Cosas enojosas que son aburridas de contar. Baste decir que la dejé volar, como hace mi corazón cuando escucho a Manolo.
Aquí está. Producto de dificultades, lágrimas, risas. Vaivenes. Escrita con toda la verdad que fui capaz de conjurar.
La Diputación de Badajoz se suma a la celebración del Día de las Escritoras
Hijos del vaivén en el catálogo Nubeteca de Diputación de Badajoz
En Bubok, a la venta: Hijos del vaivén, libro electrónico, en ePub (1,25 €).
Verdad verdadera. Somos hijos del vaivén. Enhorabuena por publicar tu novela.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Jesús. Uf. Y es que no ha sido fácil, no... pero sí aburrido de contar. Un abrazo.
EliminarTe leeré, María Antonia, porque los vaivenes del tiempo son los que nos mantienen vivos.
ResponderEliminarGracias, Lali, por tu comentario y por la promesa de lectura.
EliminarPues sí. Que vengan muchos vaivenes y que tengamos ánimos, fuerza e ilusión para vivirlos, para contarlos. Un beso.
Gracias otra vez, por acompañarnos, por pensarnos y dedicarles tus palabras.
ResponderEliminarEfectivamente, todos somos hijos del vaivén como canta tu ídolo, ése al que no podrás escuchar este año en Salamanca. Pero yo sí leeré tus "Hijos del vaivén" y te comentaré, no como hice con la pobre Blondie, a la que e leído no un si no dos veces, pero no comenté...
Gracias, mil gracias. Guau, dos veces. Blondie estará contenta y, yo, más. Con saber que la has leído, ya es suficiente. Un abrazo grande.
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