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Lo pequeño

Esta semana me había puesto yo estupenda. Había escrito mis 300 palabras pensando en esas dos o tres veces al día que me asalta la incertidumbre del vivir. Del sinsentido de la vida que vivo.  


Estupenda, ¿verdad?

Desde el privilegio de tener un sitio al que regresar, de saber que siempre hay alguien al otro lado del teléfono… soy capaz de ponerme así de estupenda y filosofar sobre si mi vida dócil y rara contiene en sí alguna finalidad. 

Pero.

Entonces.

Algo pequeño en un punto minúsculo del globo terráqueo. Una biblioteca. Cuatro lectores leyendo en voz alta una novela a un compañero que, por su discapacidad visual, no puede leer por sí mismo.

En el mundo pasan cosas terribles. Somos capaces de matarnos, de robarnos, de lastimarnos, de herirnos de un modo irreparable. De arrebatar todo al distinto, solo porque es distinto. O de envidiar tanto al otro como para desear su destrucción. Y destruirlo. 

Pero entonces, en un sitio muy pequeño de un país muy pequeño (porque el territorio que habitamos es muy, muy pequeño, apenas un destello azul en la negrura del cosmos), sucede algo que te conmueve, por lo sencillo en la ejecución y la delicada arquitectura del sentimiento que lo sostiene. 

Leer en voz alta a un vecino que no puede leer. 


Me había puesto yo estupenda. Que si tenía ganas de irme lejos, a las islas Feroe o por ahí. Que si tenía ganas de salir por la puerta y desaparecer durante quince, treinta o más días. Durante meses. Ir en busca de otra vida que no sea la mía. 

Pero. 

Entonces. 

Muy cerca de ti, de mí, de nosotros. En un lugar muy, muy pequeño, hay personas como tú y como yo que consiguen hacer algo, tal vez, muy pequeño. 

¿No es extraordinario?




Comentarios

  1. Por favor, qué honor y qué satisfacción más grande para nuestra biblioteca merecer este relato tan precioso y lleno de tanto sentimiento, con este estilo tuyo magistral y único. Gracias por ello.

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    1. El honor me lo habéis hecho a mí, no tengas duda, Ela. Muchísimas gracias, también por la conversación de ayer (qué gusto "jugar" en casa) y por la generosidad que desprendían vuestros comentarios, tu comentario. Un abrazo muy, muy grande .

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  2. Nuestros lectores nos dicen que este relato "regalo" es la sensibilidad transformada en palabras. Gracias, gracias. No lo olvidaremos.

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    1. La sensibilidad es toda vuestra. Yo solo me he limitado a poner unas cuantas palabras. Gracias a vosotros. Yo tampoco olvidaré la belleza de lo que hicisteis. Un abrazo grande... ojalá encontrarnos pronto.

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  3. Qué idea tan bonita, esa de que diversas personas vayan leyendo tu "Blondie" a una persona con grave discapacidad visual. Como muy bien dice la bibliotecaria al principio, la lectura crea lazos de amistad. Felicidades porque tu novelita, como te gusta llamarla, vaya a estar accesible en audiolibro. Merece la máxima difusión.

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    1. La verdad es que ese gesto me conmovió. Cuánta amistad y cuánto cariño. Bueno, ya veremos, a ver si es posible que así sea. Queda por delante todo el trabajo... Gracias, querida amiga, por sacar un ratito de tus numerosos compromisos, y leer y comentar. Un abrazo grande.

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