siempre fuiste mi Rey Mago Favorito, aunque de niña me dabas un poco de miedo, ya me disculparás. No sé, sería por ese aire exótico que te gastas, porque vienes de muy lejos, y traes mirra que es algo que huele muy bien pero que nunca he sabido exactamente para qué sirve, para qué se utiliza. Bueno, a lo que he venido aquí.
Espera, que ya arranco.
Querido Baltasar. No sé si fue tuya la idea de seguir una estrella, esto es, si tú eras el influencer del grupo o, por el contrario, eras un seguidor más, un follower disciplinado. Ya me perdonarás, me pierdo en estos asuntos legendarios. Sea como sea, Baltasar, espero que me comprendas. He de decirte que el año pasado fui más buena de lo que nunca quise ser, esto es, tuve pocas oportunidades de portarme mal. Ya está, ya lo he dicho.
Espera, que te lo explico.
No creo que sea mérito portarse bien si las circunstancias acompañan. Es como quien es fiel a su pareja simplemente, porque nunca, jamás, llamó a su puerta Olivier Martínez o Scarlett Johansson para pedirle sal, huevos, leche, mantequilla y ese sinfín de cosas alimenticias que piden en las películas Scarlett y Olivier y nunca en la vida real.
(Aclaración: yo prefiero a Olivier, pero para gustos los colores).
Mira Baltasar, para este año yo quiero muchas oportunidades de portarme mal con sus circunstancias y todo. Que se mude al barrio Hugh Jackman, aunque no llame a mi puerta. Quiero llorar de la risa. Quiero ir a todas partes. Abrazar y besar a troche y moche. Acariciar. Y agárrate la capa, que me acaricien, me abracen y me besen.
Porque ser buena así, querido, es como heredar un reino. Meritorio, meritorio, no es.
Ya está. Ya lo he dicho.
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